Buenaventura, Colombia
«Hoy he abandonado un lugar que, con orgullo, puedo decir que era mi hogar»
Carmen Moreno Millán
Hoy vuelvo a casa. Todo ha sido muy rápido y con mucho que hacer hasta el último momento, pues mi despliegue terminó con la realización de la Minga Pacífica, un evento muy especial en el que visibilizamos los avances del proyecto de fortalecimiento de las capacidades de la sociedad civil que ejecuta Alianza por la Solidaridad junto a las organizaciones socias Corporación Opción Legal y Fundación Escuela Taller de Buenaventura, gracias a la financiación de la Unión Europea. Este evento fue posible gracias al apoyo de AECID y de la iniciativa Eu Aid Volunteers, por lo que los voluntarios estuvimos muy implicados en su organización.
La minga pacífica, un evento resumen de mi labor en Colombia
Fue muy emotivo porque, en él, pude ver materializados los frutos de todo el trabajo del equipo durante mi despliegue. Acudieron participantes de las comunidades beneficiarias a compartir sus experiencias y se realizaron actividades muy interesantes, conversatorios en torno a la construcción de paz; cocina en vivo con recetas aprendidas por los participantes en los talleres de fortalecimiento; o capacitaciones sobre diferentes temáticas, entre ellas la comunicación. Este taller fue impartido entre Diego, consultor de comunicación para el evento; Marta, la nueva voluntaria de comunicación que me toma el relevo, y yo.
Además, había un espacio de exposición donde pude mostrar mi proyecto fotográfico “Manos Limpias”. El elemento central de esta colección, como indica su título, son las manos. Y es que, éstas, son una parte del cuerpo esencial en el desarrollo de la actividad humana, pues conforman el elemento constructor, la herramienta que materializa y da vida a nuestras ideas. Unas manos que, a través de los diferentes talleres impartidos en el marco del proyecto, construyen no sólo útiles materiales, sino algo mucho más importante, construyen PAZ. Así, mediante esta serie de imágenes, quise dar a conocer el valor de las mujeres y hombres que habitan en el Pacífico colombiano. Mujeres y hombres que, a pesar de la presencia incesante de crimen y violencia en sus territorios, deciden resistir y buscar alternativas pacíficas sin mancharse de sangre. Deciden mantener sus “manos limpias”.
Sin duda, no podría haber tenido mejor despedida que ésta, un maravilloso resumen de lo que ha sido mi experiencia y mi pequeña aportación a la maravillosa comunidad afrodescendiente e indígena presente en la región pacífica de Colombia.
«Hasta hoy, tenía el corazón en un sólo lugar. Pero hoy… hoy dejo un pedacito de él en mi querida Buenaventura»
Hoy me siento muy feliz de estar de vuelta, aunque debo reconocer que es extraño. Extraño porque creía conocerme muy bien, pero me ha sucedido algo que me ha dejado descolocada. He conocido un sentimiento nuevo, al cual, la verdad, no sabría qué nombre darle. Hoy he abandonado un lugar que, con orgullo, puedo decir que era mi hogar. A pesar de haber vivido varias veces fuera de casa, nunca me costaba volver a mi hogar, ni todo lo que dejaba atrás. Siempre me ilusionaba pensar qué sería lo que vendría después, pero hoy es distinto.
Hogar es donde está la gente que quieres, donde te sientes seguro/a, aunque haya inseguridad, donde sin importar lo que pase, te sientes en paz. Hogar es donde no desearías estar en ningún otro lugar que no sea en el que estás. Hasta hoy, yo solamente había tenido un hogar. Hasta hoy, tenía el corazón en un sólo lugar. Pero hoy… hoy dejo un pedacito de él en mi querida Buenaventura, mi nuevo hogar. Aunque suena triste, lo bueno de tener un hogar es que es ahí donde uno siempre vuelve, y eso me hace sentir muy feliz.
Me siento inmensamente agradecida con el programa EU Aid Volunteers, pues sin él nada de esto hubiera sido posible. Pero esto no termina aquí. En tan sólo un mes comienzo un nuevo despliegue como voluntaria europea en Palestina con la organización ASPEm. Finalizo una etapa para comenzar otra nueva, muy diferente, sí, pero estoy segura de que igual de enriquecedora. De corazón, gracias.
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