Buenaventura, o bien la historia de como nos convertimos en anfibios – Eu Aid Volunteers

Por Valentina Garofalo 

Se sabe, la vida da vueltas inesperadas y yo, en mi vida, nunca había pensado que iba a cumplir 29 años en Buenaventura, Valle del Cauca.

¿EN DÓNDE?

Y es precisamente con esta pregunta – existencial y geográfica – que empieza mi aventura en una de las partes más hermosas y delicadas de Colombia.

Todo empezó un viernes de abril. Mi compañera y yo llegamos en avión, encantadas por la increíble extensión de selva que veíamos de las ventanillas, en donde decenas de ríos se cruzaban y parecían entrar y salir de los troncos de los árboles. Con esta visión bucólica bajamos del avión, listas para ser acogidas por la ciudad que iba a ser nuestra casa por los siete siguientes meses, y nos quedamos sin aliento…literalmente. Desde ese momento, una pregunta se me planteó en el cerebro y sigue torturándome día y noche: ¿es posible, para los seres humanos, a nivel biológico, RESPIRAR AGUA?

Esperando a las maletas, miles de dudas daban vueltas frente a mis ojos. En el proceso de evolución del ser humano, durante nuestra transformación de monos a bípedas primitivos, ¿hubo un momento en el cual los australopitecos se han entrelazado con los anfibios? ¿Cuál es el nivel máximo de tolerancia a la humedad de los organismos humanos? ¿Será que el agua que entra por la nariz es balanceada por la cantidad de agua que sale de cada poro de nuestro cuerpo?

Es así como, intentando utilizar hasta los oídos para que el aire pudiera llegar a nuestros pulmones, nos dirigimos hacia el centro de la ciudad y fue precisamente en ese recorrido – aunque corto – que creé las primeras expectativas sobre lo que la ciudad podía ser. Vi mucha pobreza, muchísima basura, animales callejeros por todo lado. No lo niego, al llegar al hotel donde estábamos alojadas sentí como un peso en mi pecho, y ya no era la falta de oxígeno en la composición del aire.

Buenaventura es un contexto difícil, en donde la naturaleza está enterrada por la basura y las personas están enterradas por la violencia de los grupos armados. Donde puede llover por 48 horas en seguida pero no hay agua corriente en las casas porque las necesidades de la infraestructura portuaria son más importantes de las de los ciudadanos.

Sin embargo, después de dos meses he aprendido a saber mirar más allá de lo que se ve, gracias a las experiencias que me cuentan mis compañeras y compañeros de trabajo y a las actividades implementan en los barrios y áreas más vulnerables. ¿Será que los anfibios han empezado a tomar en consideración el aire porque aprendieron a mirar más allá de la superficie del agua?

El problema de este contexto son las personas, y sin embargo las personas son su fuerza, su posibilidad de cambio y de futuro. Pero toca trabajar, sudar, hacer compromisos. Hay teorías de desarrollo que afirman que las poblaciones que se encuentran en lugares calientes necesitan más tiempo para, precisamente, desarrollarse (no es este el lugar para charlar sobre el concepto de desarrollo) y supuestamente alcanzar un nivel de productividad “adecuado”. No sé si es verdad, ni estoy interesada en saberlo. Yo misma nací y crecí en una tierra que llega a los 50 grados en el verano y es verdad que la vida, en general, fluye más lentamente. Así como la vida en el Pacífico. Lentamente, pero inexorablemente. El cambio no llegará ahora, sino “ahorita”.

¿Los anfibios no lograron salir del agua en un par de días, cierto?

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