Colombia: la aventura continua

Robin Fabri

Después de cinco meses trabajando en Santander de Quilichao, en el departamento del Cauca, es el momento de hacer una primera evaluación de mi experiencia. Fue intenso desde el inicio tanto en el trabajo como en la vida personal. La ventaja del voluntariado de la Unión Europea es que da a los jóvenes con poca experiencia la oportunidad de trabajar en puestos profesionales en grandes y conocidas ONG. Por eso, hay un tiempo de adaptación para entender el puesto, las responsabilidades, las relaciones con los colegas, etc. En este sentido tengo mucha suerte, porque la oficina de Santander de Quilichao es una pequeña familia.

En la vida personal también hay un tiempo de adaptación. El departamento del Cauca es un contexto complicado, hay mucha violencia y relaciones escondidas entre los narcos, las guerrillas, los paramilitares, etc. Se necesita un poco de tiempo para entender el contexto, para saber a qué atenerse y en quién se puede confiar. Sin embargo, los colombianos son muy acogedores, y ahora tengo muchos amigos entre los quilichahueños (habitantes de Santander de Quilichao). Seguro que el idioma no fue el menor de los retos, pero después de cinco meses, mi compañera y yo estamos bien integrados y nos sentimos parte del pueblo.

El trabajo en gestión de proyectos cambia cada día, es apasionante. Cada proyecto es diferente, las necesidades y actividades son diferentes, el contexto es diferente. Como Alianza es un equipo, siempre puedo contar con la ayuda de mis compañeros cuando tengo un problema o una duda. Aprendo y mejoro cada día, hace que el trabajo sea muy gratificante. Otra ventaja de trabajar en el campo es que puedes reunirte con los beneficiarios directamente, tener contactos con la sociedad civil y ver directamente las necesidades de la población y los impactos de los proyectos. Esto no impide que trabaje a nivel nacional con el equipo de Bogotá, lo que hace que el trabajo sea muy diverso.

Este proceso siguió durante los tres primeros meses y estamos bien integrados, hasta que sucede un evento que altera la vida cotidiana: el paro nacional. Provocado por la reforma tributaria, el paro ha superado desde entonces este marco y abarca ahora muchas de las reivindicaciones del pueblo colombiano: salud, educación, corrupción, violencia, etc. A estas reivindicaciones se suman las protestas por la violencia mostrada por el Estado hacia los manifestantes durante los dos últimos meses. Decenas de ciudadanos han sido asesinados por la policía, y la situación no parece mejorar.

La exigencia de neutralidad de los trabajadores humanitarios nos impide participar en las manifestaciones, pero apoyo la lucha del pueblo colombiano por más igualdad y justicia. Nuestros amigos de Santander de Quilichao son jóvenes activistas, y hemos podido observar el proceso de organización de las manifestaciones, los diálogos con el ayuntamiento, las reivindicaciones, etc., sin ir allí, a través de las conversaciones a las que asistimos. Este proceso es muy interesante y me da esperanza para el futuro. La juventud colombiana es educada, empática y fuerte.

El paro ha interrumpido nuestras actividades por un tiempo y ahora las cosas vuelven a la normalidad en el trabajo. Afortunadamente, recibí una buena noticia: mi contrato continua siete meses más. Estoy muy contento porque me habría frustrado irme tan rápido, sobre todo después de varios meses de huelga. Más tiempo para aprender, más tiempo para trabajar con Alianza y apoyar en los proyectos, más tiempo con nuestros amigos del pueblo y más tiempo para descubrir el resto de Colombia. Estoy muy agradecido por esta experiencia, estoy enamorado de Colombia y de la gente. Colombia Tierra Querida.

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