Dalanda – Eu Aid Volunteers
Por Iolanda Gómez
Después de casi 3 meses en Senegal, y sintiéndome en Kolda casi como en casa, me animo a compartir sensaciones y reflexiones de mi experiencia hasta ahora. Han sido unos meses de muchas emociones, intensidad, felicidad, aprendizajes y, también, de dilemas y contradicciones.
La vida en Kolda es completamente diferente a nuestra realidad occidental: roles de género muy duros, insuficiente educación de calidad, precarias y escasas opciones laborales, cortes de agua y electricidad constantes, sanidad prácticamente inasumible para las personas locales, extremos niveles de basura y, también: bailes en todas las celebraciones, inexistencia de estrés, mucho deporte, niños/as por todas las calles, muchos colores…
Llegué con muchas ganas de involucrarme en diferentes proyectos, así que junto a las otras voluntarias (mí ya familia Senegalesa) empezamos a contactar con entidades para conocer otros proyectos e intentar participar en los que más nos motivaran. Así, empecé a colaborar los sábados con la entidad UCG para limpiar las calles de Kolda.
Me sigo sorprendiendo de lo que disfruto y me gusta trabajar recogiendo basura, con la gente local, sintiéndome una más. Desde que he llegado, en casi todo momento y con la mayoría de la gente, me siento una “tubab” (así denominan a las personas blancas en Senegal) privilegiada. Uno de mis retos aquí y de mayor dificultad es la aceptación del “privilegio”. Aceptar que venimos de dónde venimos y con una realidad completamente distinta, ese privilegio, me ha generado y sigue generando mucha incomodidad.
A esta incomodidad se junta también con la constante reflexión sobre los proyectos de cooperación. Por un lado, está clarísimo que se aporta y se hace mucho trabajo, pero, a la vez, me nace una sensación que podríamos hacer más, que no es suficiente y, una pregunta recurrente: ¿lo estamos haciendo bien? Es muy complejo como nos posicionamos cuando venimos de occidente a crear proyectos en África…
También me ha sorprendido mucho que, casi todas las personas con las que hablas en Kolda, se irían a España o a otros países. No ven opciones aquí, su vida en general es dura, monótona, muy limitante y sin muchas opciones. Aceptar todas las dificultades con las que viven las personas locales me es difícil, y más, comparando con como vivimos nosotros en occidente…
Y entre incomodidad, reflexión y máximas ganas y motivación por aprender día a día y dar lo mejor de mí, me encuentro en Kolda. Feliz por toda la gente que estoy conociendo y por las experiencias vividas y aprendizajes (que no son pocos) hasta el momento y abierta a todo lo que esté por venir. Me siento muy afortunada de formar parte del programa EUAV a través de Alianza por la Solidaridad y de poder estar en Senegal viviendo toda esta aventura que me está cambiando y cambiará para siempre.
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