Dramas en árabe y caminos por recorrer 

Por Diego Domínguez Escudero

 

Hola a todos, soy Diego Domínguez Escudero y soy voluntario con Alianza en Rabat, Marruecos desde junio. Escribo estas líneas para poneros al día de cómo va mi experiencia en el terreno. 

Una cultura fascinante 

Ya llevo 4 meses en Marruecos y el país del Atlas no para de sorprenderme con su diversidad tanto de paisajes, como culturas como de gentes. Cada día que pasa aprendo algo nuevo, desde minucias como que los marroquíes no suelen tomar café con leche por la tarde (ellos lo llaman ns-ns, mitad-mitad) a pedazos de historia como que antes de Marco Polo el explorador Ibno Batouta ya fue capaz de explorar hasta el Lejano Oriente en China o que algunos de los manuscritos de Ibn Khaldoun, uno de los mayores pensadores y sociólogos de la historia del mundo árabe, se conservan a apenas 200 metros de mi casa. 

Aprendiendo a hablar 

La gente marroquí es gente cálida, siempre alegre y dispuesta a entablar conversación, lo que ayuda a poder aprender un idioma tan bello pero tan críptico como es el árabe. A pesar de que hay miles de libros sobre métodos de árabe, el dialecto de los marroquíes resulta ser bastante diferente al árabe estándar, lo cual complica el aprender a hablar este idioma, pero la alegría de la gente cuando puedo conversar, de manera tosca y con mil errores, en su lengua compensa todas las dificultades a la hora de aprender. Además, resulta gratificante el poder pasar del “ana manhdrch larbiya” (no hablo árabe) a conversaciones mundanas, sin importar lo simples que sean. Cuando un amigo vino de visita desde España no se podía creer que pudiera mantener una conversación en árabe con los taxistas que nos llevaban de un lado a otro. 

Tiempos movidos en la capital 

No todos los días son tan bellos en Rabat, desde que el país fue sacudido por el terremoto parece que no hay descanso. Desde que aquel 8 de septiembre pasó, hemos vivido las masivas movilizaciones por Palestina; un conmovedor movimiento de hermandad y empatía con los hermanos árabes del pueblo marroquí del otro lado del Mediterráneo y la pasividad de la comunidad internacional, así como también las protestas del profesorado contra la nueva Ley del Profesorado, las cuales han pasado a escasos 30 metros de las oficinas de Alianza en Marruecos. 

Caminos a seguir, lugares a explorar 

A más descubro sobre Marruecos más veo que hay por descubrir, como decía Rosalía de Castro (y que os lo traduzco desde mi gallego natal) :

“Veo un camino que no sé a dónde conduce, y es el no saber lo que me empuja a recorrerlo”.

Y es justo eso lo que aspiro a hacer, ya he visitado buena parte de Marruecos, desde el último artículo he podido visitar las magníficas puertas de Meknes, los infinitos mercados de la ciudad de Fez, Moulay Idriss, donde yace Idriss I, fundador del primer estado alauita unificando a los pueblos bereberes o las ruinas de la antigua ciudad romana de Volubilis, del siglo II d.C. 

El tiempo se va acabando 

Parece imposible pensar que mi tiempo en Marruecos ya casi llega a su fin, pero me siento como si hubiera llegado ayer, la magia de Marruecos nace de que este es un país que fluye, siempre activo en un barullo efervescente que de alguna forma te absorbe y te incorpora en él. Y absorbido como estoy, ya no me pierdo en los mercados, ya no tengo miedo de negociar un precio y ya me aventuro a cocinar algún plato marroquí. Lo que nunca cambia, es que cuando me voy a la cama pienso con ilusión en qué pasará mañana.    

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