El privilegio del ocio
Por Alba Iglesias Prieto
Como parte del proyecto Pa’Lante Pazcífico, que llevamos a cabo en Tumaco y Buenaventura, uno de los efectos en los que trabajamos es en el fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil, tanto en procesos de incidencia como en la mejora en medios de vida. Una de esas organizaciones con la que trabajamos es ASMETUD, la cual encuentra su sede en la playa del Morro. Es ahí donde ese grupo de mujeres realizan sus actividades, una de las cuales es la de promocionar el sendero ecológico que recorre los espectaculares manglares de esa zona.
En una de las visitas de seguimiento, ellas nos comentaban que uno de los principales problemas que se encuentran en ese sendero, es el uso que realizan muchos jóvenes de él, para el consumo de sustancias ilícitas. Todo esto genera que muchas personas no quieran hacer uso de este servicio, y sea perjudicial para la organización. Pero esto es un ejemplo más, de una situación que se vive alrededor del mundo, en todas las ciudades y que tiene que ver con la disponibilidad del ocio.
Falta de opciones para jóvenes
Es claro que el ocio es un gran privilegio, así como la vinculación que tiene la ausencia de este con las dinámicas del conflicto, la vinculación a grupos y otros hechos victimizantes. La falta de oferta pública, accesible y asequible de espacios de ocio y entretenimiento es una de las cosas que más echo de menos en Tumaco, un cine, una librería, conciertos… Y no es por falta de talento en la región, de eso aquí hay mucho, pero la inversión es muy baja. Por lo que al final, mucho del tiempo libre se dedica a otras actividades que poco tienen que ver con la cultura o el arte. El conflicto no solo se lleva vidas de manera directa, se lleva muchas otras de manera indirecta, por privación de oportunidades, recursos y libertad. Nada escapa de las redes violentas del conflicto.
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