El Sistema de Cuidado en Bogotá – Eu Aid Volunteers

Por Giulia Bottoloni

“Casi desde que uno nace, cuando empieza uno a crecer, ya comienza a cuidar porque mientras uno está en la casa, cuida a la mamá, que si tiene hermanos pequeños pues cuida a los hermanos menores, y ya más grande pues pasa uno a cuidar los propios hijos de uno, los nietos. Entonces yo creo que casi toda la vida uno ha sido cuidador”1.
Bogotá se convirtió en un referente para América Latina y a nivel global gracias a la institución y el desarrollo del Sistema de Cuidado. Este conjunto de servicios tiene la ambición de contribuir a valorar los trabajos de cuidado, a la vez redistribuyendo su sobrecarga la cual recae desproporcionadamente en las mujeres de Bogotá, una ciudad donde sigue habiendo escasez de guarderías comunitarias, comedores comunitarios, hogares para el cuidado de personas con discapacidad, hogares para personas ancianas y enfermas crónicas, entre otros.

Los objetivos del Sistema de Cuidado son: reconocer el trabajo de cuidado a las personas que lo realizan; redistribuir el trabajo de cuidado entre hombres y mujeres, y reducir los tiempos de trabajo de cuidado no remunerado a las personas cuidadoras.

Como consecuencia de la división sexual del trabajo en un contexto de desigualdad entre hombres y mujeres, éstas han sido históricamente relegadas a un espacio privado y doméstico, en donde socialmente se les asigna la responsabilidad de la realización de las labores de cuidados. Frente a esto, la creación del Sistema de Cuidado radica en la observación de una disparidad en la distribución del trabajo de cuidado entre mujeres y hombres, no solo en lo que concierne la responsabilidad del mismo, sino también en cuanto a la carga horaria. Según la Secretaría de la Mujer, en Bogotá 9 de cada 10 mujeres realizan trabajos de cuidado sin remuneración contra 6 de cada 10 hombres. Esto corresponde a 3.1 horas adicionales diarias que las mujeres dedican a la limpieza del hogar, preparación de alimentos y la atención a niños, niñas y adolescentes, mayores y personas con discapacidad.

A pesar de que estas actividades son esenciales para sostener la vida de los seres humanos, carecen de reconocimiento social, lo que se refleja entre otras cosas en la naturalización de los roles tradicionales de género, en la restricción de las oportunidades para las mujeres y en la falta de remuneración. Este escenario no es exclusivo de la ciudad de Bogotá. Por ejemplo, se calcula que si se les pagara a las mujeres por esta labor de cuidado en Colombia, el monto representaría el 20 % del Producto Interno Bruto del país.

La iniciativa inaugurada en 2020 se enmarca en el “Plan De Desarrollo Distrital 2020-2024: Un Nuevo Contrato Social y Ambiental para la Bogotá del Siglo XXI” y opera a través de 10 Manzanas del Cuidado y 2 unidades móviles. En esos espacios se articula un conjunto de servicios de bienestar y educación dirigidos a las personas cuidadoras, y simultáneos al cuidado profesional ofrecido a niños, niñas, personas con discapacidad y adultas que requieren apoyo.
Adicionalmente a los servicios que se prestan en las Manzanas y unidades móviles, otro eje del del Sistema es el cambio de imaginarios sobre los trabajos de cuidado. Por esta razón, en el marco de la misma iniciativa se llevan a cabo talleres y campañas con el propósito de generar una transformación en las creencias culturales que refuerzan el desequilibrio de género en la realización de los trabajos domésticos. Estas creencias culturales se basan en diferencias socialmente atribuidas entre los géneros, las cuales se socializan y normalizan desde la infancia. Estas contribuyen a naturalizar la desigualdad de género y la consiguiente discriminación en contra de las mujeres, la cual se manifiesta entre otras cosas en la imposición de roles tradicionales que las relegan al ámbito doméstico. Esto hace que estos tipos de labores no se consideren parte de la noción “clásica” de trabajo.

Todo ello constituye una barrera para el acceso de las mujeres tanto al trabajo remunerado en términos de empleo y generación de ingresos, como al disfrute del tiempo libre para dedicarse a proyectos de vida, autocuidado, bienestar y actividades distintas de aquellas relacionadas con su rol de esposas y madres.

Frente a esto, en 2021 la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo del DANE señaló que mientras que la mitad de los hombres desarrollaron trabajos contabilizados en el Sistema de Cuentas Nacionales, solo una de cada tres mujeres lo hizo. Al contrario, el 90,4% de las mujeres frente al 63,4% de los hombres participaron en actividades de trabajo no remunerado, por el cual se suele considerar que las mujeres son más cualificadas 5. Con respecto a estas creencias, entre mayo y agosto de 2021 el 17.5% de las personas encuestadas consideraba que no sabía o no estaba de acuerdo con la siguiente afirmación “ Una madre que trabaja fuera de su casa es tan buena madre como una que solo trabaja en su casa”.

Con el Sistema de Cuidado se intenta apostar por la corresponsabilidad de las labores del cuidado a nivel de todas las personas integrantes de la familia, sin diferencia en razón del género. Asimismo, invirtiendo en esta iniciativa enfocada en los trabajos de cuidado liderada por la Secretaría de la Mujer, la institucionalidad simbólicamente reconoce el papel central que desempeñan el Distrito, la Nación, el sector privado y las comunidades para la construcción colectiva de sociedades y ciudades más equitativas mediante la destinación de recursos públicos para el gradual establecimiento de un sistema de cuidado.

En enero de 2022 gracias a la implementación de esta política, Bogotá fue premiada por Bloomberg Philanthropies en el concurso “Desafío Global de Alcaldes 2021” destacando entre las mejores innovaciones urbanas a nivel internacional. Como parte del premio, la ciudad recibirá 1 millón de dólares y una asistencia técnica durante 3 años.

Actualmente en Bogotá hay 1.2 millones de mujeres que se dedican exclusivamente a las labores de cuidado. Por esta razón es fundamental que se sigan implementando proyectos similares, con el objetivo de que el cuidado se convierta en un eje alrededor del cual construir las demás dinámicas urbanas. Con ello se busca reconocer el papel fundamental que esta labor cumple para el desarrollo social y la salvaguardia de la vida.

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