Gracias por toda una vida en Colombia – Eu Aid Volunteers

Normalmente dicen que cuando una siente el tiempo pasar lento es porque lo sufre. Sin embargo, en mi caso, siento que llevo una vida en Bogotá porque todos y todas me han hecho sentir como que nos conocíamos hace años.

Sara Sonzini TECHO COLOMBIA 2
Sara Sonzini TECHO COLOMBIA 3
Sara Sonzini TECHO COLOMBIA 5
previous arrow
next arrow

Cuando entro a la oficina de TECHO-Colombia, todos/as nos saludamos con abrazos y nunca falta el “¿qué más? ¿cómo estás?”. Cuando tenés hambre, no falta quien te ofrezca un helado o un chocorramo (dulce que tiene enloquecida a toda colombia). Si la carga de trabajo es muy pesada, habrá quien te diga “¿cómo te apoyo?”. Por supuesto, como toda extranjera, también me he sentido sola, no incluída o fuera de contexto. Pero también he visto la calidad humana que me rodea y eso me ha bastado para estar convencida de que aunque a veces me sienta triste, soy parte de algo que importa. Soy parte de un grupo de  personas que está convencida en su capacidad de cambiar realidades.

Me siento feliz de conocer voluntarios y voluntarias como Lina H. y David que dirigen equipos, entran a las comunidades en las que trabajamos y conocen a todos/as por su nombre. Esas personas que con certeza se detienen en cada esquina donde les preguntan “¿cómo hago para tener una casita de las que hace TECHO?” y responden como si no tuvieran prisa y fuera la primera vez que escucharan esa pregunta.


Me da esperanzas saber que hay voluntarios y voluntarias como Paula, Angie o don Carlos que van todos los domingos a las comunidades y ocupan de su tiempo libre para organizar actividades de: Educación para la Paz, el
Programa Ambiental y de Desarrollo Sostenible, Infraestructura o Vivienda. También hay personas en la oficina como Diego, a quien le gusta trabajar en el presente pensando en cómo hacerlo mejor en el futuro, que cree en la
capacidad de cada uno/a y quien motiva a su equipo constantemente; Camilo, contratado y voluntario en su tiempo libre, quien habla de una comunidad en la que lleva trabajando años (Los Alpes) como si fuera su casa y está siempre dispuesto a explicar algo de Excel; Dani, quien el cariño y la alegría con que habla es contagiosa, quien ha confiado en mí y ha sido un ejemplo de responsabilidad.

Alexa, quien nos enseña a priorizar nuestra paz mental, invierte tiempo en que todos/as aprendamos y alcancemos nuestros objetivos; Aleja también, quien brinda su positivismo a toda reunión, su conocimiento de arte y su disposición a ayudar sin importar que tan ocupada esté; Nati lista para mostrarnos amabilidad en todo momento y dispuesta a enfrentar las preocupaciones del equipo como propias. Finalmente, Lina O., la directora social, quien además de llenar la oficina con sus risas y hablar de su gato Lucio, conoce el trabajo de TECHO mejor que nadie y habla de lo que se ha logrado con una pasión motivadora. Así podría mencionar a todos y todas en la oficina, quienes me han invitado a comer empanadas, me han animado a bailar, me han enseñado a hablar como “rola”, pero especialmente a quienes me han abierto la puerta a conocer la realidad de millones de colombianos/as que viven en una situación de pobreza. De hecho, según el informe DANE 2021, 19,6 millones de colombianos/as se encuentran en pobreza monetaria y 6,1 millones viven en pobreza monetaria extrema.

Por TECHO, Alianza por la Solidaridad y el programa EUAV pude conocer líderes y lideresas comunitarias como Elisabeth de Los Pinos, Jonana de El Progreso, Clara y José de Los Alpes, Rocio de Santa Marta, Luis de Brisas de
las Arenas y Viviana de Villa Mercedes; todas/os dispuestas a trabajar en huertas, recolectar fondos para proyectos comunitarios/as, acompañar proyectos y principalmente motivar a su comunidad a unirse por una lucha
común. Conocí a familias que vieron cambiar su realidad al cabo de dos días de construcción, que estuvieron apoyando la construcción y compartiendo con nosotros/as sus dificultades y esperanzas. No voy a olvidar las lágrimas de alegría de Necarina al inaugurar la vivienda de emergencia que la protegería los próximos años. No voy a olvidar, no sólo porque fue emotivo, sino porque no debemos olvidar todo lo que nos falta por trabajar. Recordar que faltan muchas más realidades por cambiar porque todos/as tenemos derecho a una vivienda digna.

Estoy agradecida con todas estas personas, organizaciones y por el programa EUAV, quienes me brindaron la oportunidad de trabajar en algo que me apasiona y confiaron en que podía aprender y crecer profesionalmente

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *