LA CRISIS HABITACIONAL EN COLOMBIA – Eu Aid Volunteers
Por Matteo Pontini
Mi recorrido con EUAV comienza en abril. En Bogotá, con la ONG colombiana TECHO, antes conocida como Un Techo Para mi País. Con sede en la capital y en varias otras ciudades del país, TECHO, trabaja con determinación en asentamientos populares, luchando cada día para superar la pobreza en la que viven millones de personas en todo el Latino América.
Los datos de la crisis habitacional son impresionantes. La Encuesta Nacional de Calidad de Vida, DANE 2020, muestra que el 31,4% de las familias en Colombia vive en déficit habitacional, aproximadamente 17,3 millones de personas. 1 cada 3 personas en el país.
Para contextualizar al lector y para dar una definición de asentamientos informales o barrios marginales, según el ONU, son un grupo de más de 10 personas que viven bajo el mismo techo en terrenos públicos o privados, sin la autorización del dueño y además sin lograr las siguientes condiciones: acceso al agua potable, acceso a buenas infraestructuras sanitarias, viviendas dignas en calidad y durabilidad estructural de la vivienda.
Los asentamientos informales son un claro ejemplo de escenario con acceso a la desigualdad de bienes, servicios y oportunidades, por el simple hecho de estar aislados o excluidos. Son la demostración de cómo el capitalismo privilegia ciertos sectores de la población. Estos asentamientos reflejan la realidad latinoamericana en la que Colombia es uno de los países más desiguales. Así, los asentamientos se sitúan regularmente en las zonas más vulnerables de una ciudad constituido por familias que no pueden permitirse alquilar una casa en la ciudad.
Estos barrios son la manifestación evidente de una ciudad desigual ya que se encuentran en las periferias de la ciudad, en topografías empinadas y sin infraestructuras, con un coste económico y social muy elevado para los habitantes. La construcción de los asentamientos son complejos procesos urbanos que lleva décadas y son los resultados de un trabajo colectivo de autoconstrucción, conceptos que corresponden a la lucha histórica por un techo. Estos habitantes, además de verse afectados por diferentes condiciones sociales y económicas, tuvieron que asumir esta tarea titánica de edificar sus barrios y sus viviendas, y sobrevivir sabiendo de no poder contar sobre el Estado y la sociedad.
En efecto, los habitantes de los asentamientos informales son a menudo excluidos de las políticas gubernamentales, no se consideran ciudadanos, no gozan de ventajas socioeconómicas, no tienen necesidades básicas y sus condiciones de vivienda son muy particulares. A menudo son residentes locales, personas desplazadas, migrantes que escapan de situaciones de violencia política y que buscan nuevas oportunidades en otro lado. O simplemente familias que no tienen suficientes recursos para comprar o alquilar una residencia.
La primera vez que estuve en uno de estos asentamientos fue en misión con TECHO, para apoyar en la construcción de una vivienda de emergencia en el barrio Piedras Blancas. A pesar de la humilde estética del barrio, compuesta por casas inacabadas en una combinación de chapas y terracota, el panorama circunstante se presentaba majestuoso y por primera vez, con toda la ciudad a mis pies, me di cuenta de cuán inmensa es la ciudad de Bogotá. En el barrio Piedras Blancas los caminos de tierra y terrenos empinados representan una gran dificultad para la movilidad de las personas, así que para llevar las herramientas de trabajo desde un punto a otro se reveló complicado y tal vez peligrosos. Fue interesante también ver cómo estas mismas calles, llenas de vida y de personas, representan por excelencia el punto de encuentro entre vecinos, en ellas se manifiesta tanta solidaridad y compasión, como también la inseguridad de vivir en un barrio marginal.
La respuesta a la crisis habitacional de los proyectos de TECHO es rápida y eficaz. En solo dos días es posible construir una vivienda de emergencia y apoyar a una familia a lograr un estilo de vida más digno y saludable. Poder construir lado a lado con los habitantes del barrio Piedras Blanca fue una experiencia constructiva y muy gratificante. En estos dos días, en los ojos de la familia de Carlos, beneficiaria de la misma vivienda, en su gratitud y apoyo, entendí el significado profundo de lo que hacemos diariamente como individuos y como organización. En estos dos días encontré la motivación para seguir adelante, determinado en el apoyar en la lucha contra las injusticias sociales. En estos dos días encontré una parte del mundo, tal vez silenciosa e invisible. Una parte hermosa y llena de vida, que merece más solidaridad y más atención mediática y ciudadana.
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