La temporada de huracanes desde el Sudeste de Haití

Irma es una historia de lo que podría haber sido una gran catástrofe en un país golpeado cíclicamente por desastres naturales que se ha quedado para alivio de todos en una sombra de lo que las predicciones sobre la fuerza del huracán podrían haber traído. La tormenta José y los próximos en llegar el huracán María y la tormenta tropical Lee. El primero pasó de soslayo, como puede que lo hagan los demás, aunque esto no quiere decir que no haya impactado en Haití y no haya habido afectados. Haití es un país ya de por sí con unas infraestructuras vulnerables a este tipo de riesgos y geográficamente predispuesto a ellos por su enclave en el Caribe.

Irma es un huracán de categoría 5 según la escala de Saffir-Simpson con una trayectoria que ha arrasado todo el Caribe hasta llegar a Estados Unidos, es el huracán más grande desde que existen registros en los años 80. En concreto en Haití, este impactó en las regiones Norte, Noroeste y Noreste,  la noche del 7 de Septiembre afectando a 22 comunas de provocando una gran cantidad de desplazados por las inundaciones, la pérdida de cultivos y de infraestructuras de canalización del agua. Es necesario trabajar con rapidez frente al incremento de la periodicidad de los desastres naturales.

El hecho de que la zona de impacto fuese diferente al recorrido del huracán Matthew, el huracán de categoría 4 que el año pasado arrasó ciertas regiones de Haití y por el que aún se continua trabajando para recuperar las regiones afectadas,  ha dado un pequeño respiro a la población. Las regiones del Sur y Sudeste, hace menos de un año que fueron afectadas gravemente por un huracán de menor escala que Irma o María y aún se encuentran en un proceso de recuperación lenta; de rehabilitación de sus viviendas, de recomposición de los mercados locales y de recuperación de sus medios de vida. En concreto en el sector agrícola, aquél que tocamos más de cerca en terreno, los beneficiarios aún no han logrado recuperar sus cosechas y esperan ansiosos la primera recolecta casi desde hace un año.

Los días previos al huracán Irma reinaba cierta incertidumbre frente a este fenómeno meteorológico. La incertidumbre realmente, es la parte difícil vivir con la preocupación de la variabilidad de trayectoria de un fenómeno como este, la incertidumbre de no saber a qué atenerte. El hecho de que los desastres naturales sean tan difíciles de prever con una seguridad absoluta hasta horas antes hacen que seguir la evolución sea un requisito imprescindible, que la preparación aumente y se eleven los niveles de alerta en todas las esferas. Conforme iban pasando los días los datos eran más claros y ya se comenzaron a tomar las medidas de prevención oportunas, comenzaron las reuniones de coordinación y comenzaban a llegarnos informes cada 8 horas. Pero mientras tanto, en casa tomábamos nuestras medidas particulares, todos empezábamos a prepararnos comprando agua, velas, asegurando las ventanas, buscando juegos, libros y demás ocio que no requiera de electricidad por si nos teníamos que quedar en casa.

Haití se encontraba en alerta roja desde el miércoles 6 como medida preventiva frente al huracán aunque en ese momento ya sabía que solo iba a impactar en el norte. Este tipo de informaciones institucionales chocaban con la tranquilidad que se vivía en las calles, la ciudad seguía su ritmo vivo y pausado con su habitual ajetreo de motos y gente comprando en la calle.

En cambio el jueves por la mañana todo cambió, una vez comenzaron los vientos la gente fue despejando las calles, factor que también contribuyó la orden gubernamental de cerrar todos los colegios y quedarse en casa, las tiendas comenzaron también a cerrar y ya casi no quedaba ni agua ni bombonas de butano en los establecimientos. Todos comenzaron a recoger y a preparar sus casas, me llamó la atención el caso de nuestro vecino de la oficina que comenzó a desmontar su casa hecha de chapas de uralita para que el viento no se la llevase volando. Es curioso porque esto le permitirá  evitar así su pérdida y posibles destrozos o accidentes que pueda ocasionar a terceros. Un hombre que sigue la voz de la experiencia que muchas veces pesa más que la de la teoría y por ello aún no ha vuelto a montar su casa, esperando a que pase la temporada de vientos y tormentas.

Desde el Sudeste esperábamos lluvias y vientos, tanto la noche del jueves como el fin de semana. El jueves 7 de septiembre lo pasamos en casa esperando durante todo el día un viento y lluvia que no llegaban, además de intentando tranquilizar a nuestros conocidos que veían imágenes horribles en el telediario. Finalmente pasó por Jacmel sin mayores desperfectos y mi mayor miedo, que era el viento por los destrozos que podría ocasionar fue suave, la lluvia que es algo más habitual sí que cayó con fuerza en corto períodos el fin de semana provocando pequeñas inundaciones en la carretera.

Cuando ya parecía que ya todo había pasado aparece otro gran huracán María, otro huracán de categoría 5 y enorme extensión que nos sigue teniendo en alerta. Una alerta dentro de nuestro ritmo de vida habitual en el que reina una cierta calma.


Julia Vélez

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