Líderes y lideresas sociales en Colombia: Construyendo Diálogos – Eu Aid Volunteers
Por Giulia Bottoloni
Según el informe del “Teatro de Sombras”, el Programa Somos Defensores reportó 996 agresiones individuales a líderes y lideresas sociales en 2021, la cifra más alta registrada desde 20101. Asimismo, en lo corrido del 2022, Indepaz informa que 162 líderes y lideresas fueron asesinadas2. Este escenario se caracteriza por la impunidad de los delitos denunciados, con el 40% de los crímenes que no llegaron a la fase de juicio entre 2016 y 20203.
Las mujeres lideresas sociales y las personas jóvenes son entre las más afectadas por la violencia, aunque la falta de información desagregada por sexo, además de por grupo etario y étnico, impide un análisis diferencial completo de la situación. Además, en muchos casos la violencia perpetuada exacerba la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran las defensoras de derechos humanos “por el hecho de ser mujeres y por defender los derechos de las mujeres”.
En general, las personas en primera línea en la defensa de los territorios son expuestas a violaciones de derechos y a ser victimizadas, debido a su rol destacado en las comunidades. Esto ocurre a pesar de que con su liderazgo desempeñan un papel clave para el desarrollo del país y la construcción de paz. La participación política, el activismo y la veeduría de las organizaciones locales es imprescindible para el fortalecimiento democrático de Colombia.
Por esta razón, durante el mes de octubre Alianza por la Solidaridad organizó un evento de diálogo entre el equipo de voluntariado despegado en el país y los y las lideresas sociales de las comunidades con la que trabaja la organización. En esta ocasión, se compartieron sugerencias y retroalimentaciones mutuas sobre el trabajo colectivo realizado en el ámbito de proyectos de protección, medios de vida y WASH. En específico, las y los líderes recuerdan que los liderazgos nacen durante los procesos, y piden colaboración para seguir trabajando con el fin de que las carencias y violaciones de derechos que experimentan sus territorios no se conviertan en “paisaje”.
Estas experiencias tienen el propósito de visibilizar y reconocer la labor de las personas defensoras de los derechos humanos y de construir redes que prevengan el aislamiento de los/las lideresas y sus proyectos. Frente al escenario mencionado anteriormente, la colaboración real y constante entre los actores de la cooperación y las personas líderesas representantes de las comunidades se delinea como uno de los retos clave para el funcionamiento, la utilidad y la ética de los proyectos implementados en los territorios.
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