Mi Bolivia, Mi Aymara
Por Arnau Bertran Manyé
Kunamasta jilatanaka kullaka-naka que significa, “Hola hermanas y hermanos,” en aymara. Un idioma que lleva el nombre de un pueblo que lo sigue hablando y que vive, a día de hoy, en una amplia zona de la cordillera de los Andes, desde hace ya aproximadamente 10.000 años.
Se dice que habrán más de dos millones de personas aymara-parlantes en Bolivia, Chile y Perú. Particularmente, es en Bolivia y en Perú que se conoce el aymara como idioma oficial junto con el español y otras lenguas indígenas. No obstante, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), describe que la situación del aymara está en una posición frágil.
El idioma de la tierra
La comunidad aymara está vinculada con la Pachamama o Madre Tierra, a la cual siempre se hacen ofrendas y se “devuelve” un poco de todo aquello que consumes. Tiwanaku, que fue una nación predecesora de los antepasados aymaras, existió entre 1580 A.C. al 1172 D.C., con una duración aproximada de 2.800 años. No sólo se propició por la sierra del Perú y norte de Chile y Argentina, sino que una vez los señoríos aymaras surgieron a partir de la decadencia de la cultura Tiwanaku1, entre 1000 y 1100 D.C., las gentes aymaras se expandieron y estuvieron presentes en los valles y selvas de Bolivia también2.
En conjunto, uno se debe pensar que el aymara es un sólo idioma. Aunque en realidad es una familia de lenguas. Esto se puede comparar a la relación que hay en los diferentes países europeos de las conocidas lenguas romanas, de las cuales las raíces del español se comparten y entrelazan con las del francés y el portugués, entre otras.
Ofrendas
Lo curioso, es que la familia de lenguas aymara también tienen en común las prácticas y los rituales que se vienen haciendo hacia la Pachamama. La ch’alla es una práctica aymara y quechua que se realiza en Bolivia, Perú, Chile y Argentina. Es un ritual que consiste en rociar el suelo con licor como ofrenda a la Madre Tierra. Este ritual se hace en la semana del carnaval, pero dependiendo de la zona de residencia se puede practicar en otros tiempos.
En La Paz, en la oficina de Alianza por la Solidaridad-ActionAid, empezamos la ch’alla con el uso de petardos, ya que en las creencias aymaras el ruido que crean sirve para alejar a los malos espíritus. Llenamos en una bandeja de plata con distintos elementos de la tierra: flores, pétalos y hojas de coca. En las esquinas de cada habitación de la oficina, cubrimos el suelo con estos productos naturales para tener abundancia y reciprocidad en nuestros trabajos.
Una vez completado esta operación de la ch’alla, cada una de nosotras, adornamos nuestros puestos de trabajo con serpentinas de colores y globos, poniendo un poco de comida y una bebida de nuestro gusto para compartir. Hicimos un recorrido para que en cada mesa de trabajo pudiésemos brindar, celebrar y hacer un pequeño discurso de nuestro agradecimiento a la vida y a las personas que nos rodean. También bailamos y compartimos nuestra música favorita. Estas acciones, como bien dice la cultura aymara, veneran, piden, agradecen y nutren a la Pachamama.
Durante la ch’alla, compartimos una comida y pudimos derrochar nuestras alegrías. Lo más hermoso de esta práctica es el enlace que tiene el nombre de challar, como verbo transitivo, proveniente de la lengua aymara (challa del quechua ch’allay, rocíar con agua) y de la cultura de los países de la cordillera de los Andes.
Proteger la diversidad
Todo se entremezcla y se combina, para dar a cabo una culturalidad que jamás había experimentado y que debe protegerse. Me sorprende que en Bolivia haya una discriminación hacia las personas que hablan aymara. Aunque ha habido muchos avances para incluir la lengua aymara y la población indígena en el ámbito cívico de la región andina, sigue habiendo muchas violencias hacia estas personas, sobre todo por parte del Estado en lo político, económico y social. Desde este principio, muchos ciudadanos y ciudadanas del país tienen vergüenza de hablar la lengua aymara, porque en general hay un sentimiento de inferioridad. Es debido a esta problemática que, en nuestra organización, trabajamos con mujeres aymaras (junto con muchos más colectivos), ya que padecen una doble discriminación por su condición de género y por su procedencia cultural.
Al entender la relación entre el lenguaje y las prácticas culturales del Estado Plurinacional de Bolivia, es de vital importancia proteger la familia de lenguas de la comunidad aymara. De lo contrario, nadie podrá llegar a entender los rituales y las culturas que estas comunidades practican hacia la Pachamama, concluyendo con la extinción de dichos idiomas y consigo, de las diferentes culturas y gentes.
Referencias
- BBC News Mundo, & Llorente, A. (2022, noviembre 4). Aymara: 3 características especiales del idioma y por qué no es el mismo en Perú, Bolivia y Chile. BBC News Mundo. Recuperado 16 de febrero de 2024, de https://www.bbc.com/mundo/noticias-63449770
- Época prehispánica: culturas de occidente – Embajada de Bolivia en Canadá. (2018, 6 marzo). Embajada de Bolivia En Canadá. Recuperado 27 de febrero de 2024, de https://bolivianembassy.ca/bolivia/historia/epoca-prehispanica-culturas-de-occidente/
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