Mujeres bolivianas avanzando por sus derechos 

Por Leopold Mollard

El programa de voluntariado de la Unión Europea nos da la oportunidad de trabajar directamente en el terreno, en contacto con las poblaciones beneficiarias de los proyectos. Las primeras semanas en la oficina de Alianza por la Solidaridad en La Paz me permitieron conocer los numerosos proyectos que lleva la ONG junto con organizaciones socias locales. De estas intervenciones, podemos destacar varias prioridades y estrategias de intervención. Por ejemplo, la capacitación de promotoras adultas y de jóvenes en género, derechos sexuales y reproductivos; la capacitación de personal sanitario en salud materna, atención especializada a jóvenes; o también acciones de incidencia hacia autoridades y centros de salud, además de campañas de comunicación.  

Me llamaron la atención las actividades de capacitación de mujeres adultas, ya que se encuentran en un proceso de cambio fuerte en su vida, empoderándose y escapándose del sistema machista todavía bien arraigado en Bolivia. Parte de estos procesos formativos corresponden a formaciones profesionales para que las mujeres puedan generar recursos económicos y así tener autonomía, fuera del ciclo de la violencia de género.  

En este sentido, he profundizado en el tema del empoderamiento económico de las mujeres, para identificar cuáles son sus desafíos, qué cambios genera y cómo se lleva en los proyectos ejecutados por Alianza por la Solidaridad.   

El empoderamiento económico de las mujeres, herramienta clave para la igualdad de género 

A pesar de que Bolivia tenía el nivel más alto de la región en participación laboral de las mujeres en 2022, según la Organización Internacional del Trabajo (71,8%), las desigualdades entre hombres y mujeres siguen siendo fuertes. Las mujeres enfrentan desigualdades de oportunidades en el mundo laboral como consecuencia del modelo patriarcal arraigado en los modelos socioculturales y económicos. Podemos identificar dos discriminaciones, la división del trabajo que encierra a las mujeres en ocupaciones definidas como ‘’femeninas’’, que se asocia al límite de acceso a puestos con responsabilidades, y la desvalorización asociada del trabajo de la mujer con poco reconocimiento social y una desigualdad importante de salarios entre mujeres y hombres.

Según la Directora del Instituto de la Mujer y Empresa-IME, Verónica Ágreda, las mujeres ganan sesenta y tres veces menos y dedican el triple del tiempo a trabajos no remunerados. Esta desigualdad tiende a subir en función del origen social de las personas, pues las mujeres de las zonas rurales, específicamente de origen indígena, tienen un nivel mucho más alto de vulnerabilidad”.  

El principal desafío para el reconocimiento del trabajo de la mujer tiene que ver con el trabajo de cuidado, que sigue todavía muy desvalorizado e invisibilizado. Esa informalidad alimenta la inseguridad y la desprotección social, aumentando más las barreras de acceso al empleo digno y seguro. Bolivia cuenta actualmente con iniciativas de organizaciones civiles en las que participa Alianza por la Solidaridad-ActionAid, como la Plataforma por la Corresponsabilidad Social y Pública del Cuidado, cuyo objetivo es la coordinación a diferentes escalas para promover el reforzamiento de las normativas legales para el reconocimiento adecuado del cuidado, trabajando de la mano con instituciones estatales. 

Disminuyendo la desigualdad 

Uno de los mecanismos más importantes para lograr la equidad de género y la erradicación de la pobreza es el empoderamiento de las mujeres, que puede incluir varios ámbitos como el social, político o económico. Así mismo, el empoderamiento económico es una herramienta clave para desarrollar capacidades de acción y de toma de decisión para la vida de las mujeres de manera que se convierten en mujeres autodeterminadas rompiendo el ciclo vicioso de la violencia de género.  

Promover la autonomía económica de las mujeres implica el desarrollo de procesos de capacitación integrales que puedan brindar asistencia en el manejo de negocios y marketing, apoyo legal, administrativo, y conocimientos técnicos en sectores específicos como las confecciones industriales, el tejido, la gastronomía, repostería, la artesanía utilitaria, entre otras. Además de eso, es determinante asegurarles el acceso a insumos productivos como tierras y tecnologías de producción.  

Desde hace varias décadas, actuamos como Alianza por la Solidaridad-ActionAid en Bolivia y a través del mundo en favor de los derechos de las mujeres y de las niñas. En América latina, el sexismo, el machismo y las violencias hacia las mujeres siguen fuertes, lo que impulsa el desarrollo de mecanismos de prevención, atención, y resiliencia para ellas. Estamos profundamente comprometidas/os con la defensa, visibilización y mejora de los derechos económicos de las mujeres a través de la implementación de proyectos y actividades específicas en consorcio con organizaciones socias de la sociedad civil como el Centro de Promoción de la Mujer Gregoria Apaza de la ciudad El Alto, el Instituto de Formación Femenina Integral de Cochabamba, el Centro Juana Azurduy de Sucre, o la Asociación del Centro de Desarrollo Integral de la Mujer Aymara «Amuyt´a» (CDIMA).  

Investigaciones realizadas en los territorios de intervención, muestran la escasez en el acceso a oportunidades laborales, en particular para las mujeres jóvenes. Para resolverlo, se organizaron sesiones de formación integral para mujeres emprendedoras con énfasis en formación básica, en formación especializada, y en gestión empresarial. En el marco del proyecto ‘’Garantizando el ejercicio del derecho a una vida libre de violencia hacia las mujeres’’, financiado por la Generalitat Valenciana, se logró capacitar a más de 280 mujeres emprendedoras. Para dar continuidad a las acciones y asegurar la sostenibilidad de los negocios recién creados, se desarrolló un programa de inversión con convocatorias para brindar un apoyo técnico y económico a las nuevas emprendedoras.  

Mujeres bolivianas avanzando

La experiencia de Ximena Torres Martínez de Chuquisaca, que ha sido capacitada en tapicería en el Centro Juana Azurduy gracias a este mismo proyecto, es un buen ejemplo de la importancia del empoderamiento económico para liberarse de la violencia machista.

Ella nos cuanta: «Antes de entrar en el instituto realmente no conocía lo que yo era capaz de hacer. Entrando en el Centro Juana Azurduy, aprendes nuevas cosas. Yo tenía a mi novio que revisaba mi celular. Ahora me doy cuenta de que no, no está bien, yo conozco mis derechos, se lo que es violencia. Entonces ya se cómo defenderme, o a quien recurrir cuando esto está pasando».  

Mirando más allá, las políticas de emprendimiento económico no solo benefician a las mujeres, sino a la sociedad en su totalidad a través de la dinamización y el crecimiento económico que reducen la pobreza extrema y las desigualdades socioeconómicas.   

Desde Alianza por la Solidaridad-ActionAid, estamos convencidas que la defensa de los derechos económicos de las mujeres sigue siendo clave para lograr una sociedad más justa e igualitaria. Seguimos con la voluntad de crear alianzas y desarrollar iniciativas que puedan cada vez más capacitar, empoderar y extraer a las mujeres de la pobreza y de la dependencia a su pareja. 

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