Retrospección enumerada – Eu Aid Volunteers

Medio voluntariado cumplido. El Diamante, La Nevada, Consejo Comunitario Piedra Pintada y Piedra Escrita, Pizarro, Quibdó, Corinto, Popayán, Santander de Quilichao y Bogotá.

Sobrevolar. Sobrevolar en avioneta kilómetros de tupida selva y contemplar desde las alturas ríos marrones serpenteantes impasibles que desembocan en el pacífico colombiano.

Llegar. Llegar a la comunidad en 4×4, con las ventanillas bajadas para ser visibles e identificables para los grupos presentes en el territorio; por angostas carreteras enlodadas, en las alturas de las montañas del norte del Cauca; mecidos por el traqueteo de los baches, viendo por la ventanilla el abismo del valle verde intenso.

Atravesar. Atravesar a pie vegetación espesa, monocultivos; ir de parrillera en moto bajo tremendo aguacero para llegar a las casas de la comunidad más alejadas y cumplir con el acompañamiento a las visitas de control de las huertas familiares de los comuneros/as.

Caminar. Caminar por las coloridas y poco transitadas calles de la vereda, con la omnipresencia de música atronadora procedente del interior de las viviendas, de los altavoces instalados en los balcones o en las puertas de entrada; con la presencia de militares, que patrullan las vías en formación; y con el palpable abandono institucional, allí donde dirijas la mirada.

Escuchar. Escuchar historias de supervivencia, resistencia y resiliencia. Escuchar cuentos de fantasmas, leyendas, y chismes. Muchos chismes. Escuchar la pasión con la que relatan sus bellas tierras, escuchar las ganas de vivir -sabroso- en cada carcajada y de una vida tomada a festejo como motor del devenir.

Observar. Observar las fiestas de un pueblo aislado, acompañado de la jota chocoana en primer plano sonoro, el aleteo de las faldas de los trajes coloridos tradicionales, pies descalzos y grupos de mujeres emprendedoras y resilientes que se asocian para apoyarse contra las violencias basadas en género.

Dormir. Dormir en un Resguardo Indígena del pueblo Nasa, acogidos afectivamente por una familia local; cenar y desayunar gratamente comida preparada por sus curtidas manos de trabajar ininterrumpidamente la tierra.

Proseguir. El proseguir de la rutina, de la vida, con cortes de agua o cortes de electricidad, con apagones del alumbrado público de la municipalidad, con o sin internet.

Rugir. No solo el de las barrigas; rugir de los motores de los carros y las motos, buses, busetas y chivas; rugir de los rayos que caen desafiantes, retumban impetuosos y estremecen todo cuerpo, vivo o inerte, en un perímetro a la redonda.

Asir. El asir firme de las asas de las carretas de madera que arrastran cargados de mercancía para el mercado de los miércoles, viernes y sábados.

Ver. Ver cómo lavan los sacos de papas en el río enfrente de nuestra casa. Papa sucia. Ver cómo la gente se ducha y asea en el río.

Sacar. Sacar las bolsas de basura los martes y viernes sobre las 17:00h a la puerta de casa, deseando que ningún perro merodeador se decida a hurgar entre los desperdicios y los desperdigue por toda la acera.

 

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