Realidades diversas y mezcla de emociones

Por Elena Peña García

 

Después de más de dos meses de estancia y, sobre todo, de convivencia en Senegal, me paro a repensar y escribir sobre las sensaciones iniciales que esta experiencia me está aportando.  

Ideas rompedoras: entre la estabilidad y la desigualdad

Antes de comenzar este viaje, al informarme sobre el país que estaba a punto de conocer, diversas fuentes hablaban de Senegal como “uno de los países más estables de la región de África Occidental”. Pero una vez aquí, la situación te hace plantearte qué es la estabilidad en un país como Senegal, bien por la situación política actual (que ha reavivado las ganas del pueblo senegalés de acabar con una situación impuesta que llevan largo tiempo padeciendo), y, sobre todo, a mi parecer, ante el manifiesto de inequidades y contrastes que vas percibiendo. Hablando de la “estabilidad” a la que se refieren los medios, en ningún momento he sentido inseguridad desde donde me encuentro, en Kolda, mi fuente base de aprendizajes y experiencias en Senegal. Pero a nivel personal, la estabilidad con la que puedes pisar un nuevo país a veces se tambalea por la gran variedad de estados de ánimo, emociones difíciles de expresar, pero que se aprenden a sobrellevar.  

Se producen sentimientos de alegría por lo que estás viviendo, conociendo y aprendiendo de una realidad muy diferente a la que podías conocer y con la que has convivido, en mi caso, desde mi pequeña ciudad, Burgos. Pero también te llenas de sentimientos encontrados, de dudas… Tras tener muy presente que, aunque una no quiera serlo, formas parte de ese porcentaje de personas privilegiadas que vienen de un lugar llamado “Norte global”. Y que, solo por ello, ya posees unos privilegios y unas libertades de elección que otras personas no tienen.  

«Teranga» y privilegios del Norte

Estar aquí, en Senegal, el país de la «teranga», que en wolof significa “hospitalidad”, te hace valorar…  ¡Así, en general! Valorar lo que se tiene (no siempre hablando de lo material), lo que has conseguido, lo que se puede perder, lo que otras personas han perdido o se les ha arrebatado, lo que la vida te ofrece… Estar aquí te hace entender (aunque… a veces, en realidad, es difícilmente entendible, por lo que sería mejor decir que te hace preguntarte una vez más) las diferentes realidades tan desiguales que vas encontrando. Preguntas constantes que te generan a veces demasiadas dudas, confusión, frustración… a nivel personal, profesional y como voluntaria. En ocasiones, empiezas a encontrar respuestas, solo alguna, y no siempre siendo lo que esperas, o que te hubiera gustado, ni que quieras aceptar. Pero la realidad es más compleja de lo que se ve y vende desde fuera y de lo que se percibe en un primer momento de llegada.  

Momentos inolvidables y memoria evolutiva

Pero creo que, gracias a todas esas emociones, todos esos momentos tan necesarios como valiosos de compartir y disfrutar del entorno, de la cultura, de lo local, te empiezas a dar cuenta de realidades que antes no veías de la misma forma y que comienzas a conocer. Gracias a ello, te haces esas nuevas preguntas que te ayudan a seguir aprendiendo de una experiencia para mí tanto inolvidable como enriquecedora. Porque se viven momentos intensos, felices, emociones a veces difíciles de gestionar, pero sobre todo conoces y convives con personas que siempre van a quedar en nuestro recuerdo, y que te hacen llenar ese apartado de nuestra memoria de “momentos y personas inolvidables” que va cambiando y creciendo día a día.  

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