Un viaje de aprendizaje y conexión cultural en Bolivia
Por Blanca Sánchez
Estos dos meses han pasado volando; parece que fue ayer cuando aterricé en El Alto y comencé el camino hacia lo que sería mi nueva vida. Adaptarme al país, la cultura y el trabajo no ha sido difícil, ya que siempre me he sentido apoyada y resguardada por la organización y su gente, tanto los trabajadores como los demás voluntarios.
Al llegar, me sorprendió la altitud del lugar, rodeado de montañas, lo cual tuvo efectos en mi salud durante los primeros días, hasta que mi cuerpo se acostumbró de manera fisiológica. Nunca había experimentado algo similar: los dolores de cabeza por la elevada altitud fueron una novedad para mí. Sin embargo, después de esos primeros días, no he tenido ningún problema de adaptación.
Estar en Sudamérica, y más específicamente en Bolivia, me ha permitido conocer mucho más sobre su cultura y las diferentes comunidades que la componen, como la Aymara y la Quechua. Nunca había estado en contacto con tantas etnias diferentes en un mismo lugar; cada vez que voy por la calle, puedo observar las diversas características culturales que las distinguen e interactuar con ellas.
Vivir aquí me ha dado la oportunidad de aprender mucho sobre su cultura, costumbres, tradiciones, vestimenta y estructuras sociales. He tenido la suerte de presenciar algunos de sus rituales y tradiciones, como el Año Nuevo Aymara, celebrado al amanecer en un pequeño pueblo cerca de La Paz (Tiahuanacu) mediante un ritual. También estuve presente en varios cultos en honor a la Pachamama, muy venerada en los pueblos andinos como madre de la tierra y la naturaleza. Fue muy enriquecedor participar en ambos. También pude presenciar una de las fiestas locales, el Gran Poder, que se celebra en las calles de La Paz, llenando la ciudad de bailes, desfiles y una esencia festiva que se apropia de los espacios públicos.
Todo esto me enriquece cada vez más, pues me hace consciente de las diferencias y del respeto mutuo necesario al estar en un país tan diverso, al mismo tiempo que adquiero valores de empatía y aprendo a enfrentar la ignorancia.
Me doy cuenta de que, si no hubiera tomado esta oportunidad de voluntariado, probablemente nunca habría tenido la ocasión de conocer tan profundamente este país ni de darme cuenta de su enorme riqueza cultural. Por eso, puedo confirmar la importancia del voluntariado internacional, especialmente el voluntariado de la Unión Europea, ya que permite viajar intercontinentalmente para conocer de cerca el país, su cultura y tradiciones, brindando una oportunidad invaluable.
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