¡Vamos Jacmel! ¡Vamos Haití!
Nos despertamos en Jacmel con una canción del local «Majesty the Cock» y con el calor de la mañana, empezando el día con una ducha fría rápida y una taza de café haitiano local (¡realmente bueno!). En los años sesenta, Haití exportaba al exterior alrededor del 30 % de su producción de café, pero posteriormente, debido al embargo, a los bajos precios y, ahora, al cambio climático con su alta exposición a los desastres naturales, la producción de café se redujo drásticamente a sólo el 3% en 2012.
Así como nos gusta fotografiar los mejores sitios de la ciudad y los paisajes de Jacmel ‒el camino de la playa con las palmeras, algunos edificios muy bien restaurados y la verde vegetación‒, no podemos evitar ver la pobre, o incluso inexistente, infraestructura de carreteras, el polvo y la basura a lo largo de los caminos, en los patios, y por las playas y su alrededor. La ciudad en sí parece relajada y acogedora, en constante movimiento con taxis de motor, niños y niñas en edad escolar, vendedores locales y artistas.
Nuestros ojos ya se acostumbran al paisaje, así como a los productos locales: avoine complet (que consiste en avena, azúcar y una planta llamada moringa), la mantequilla de cacahuete, aguacates de tamaño enorme y batidos de la futa conocida como corassol ‒esperando ya que la temporada de mango comience pronto‒, y un montón de pollo con plátano fritos y pescado.
Jacmel se prepara para su famoso “Carnaval de la folie”, un período en Haití donde todo el mundo sale a las calles para celebrar la vida, la alegría, la amistad, la solidaridad, la historia y el patrimonio de una cultura consagrada al mestizaje, y que va a ser espectacular y que estamos esperando con muchas ganas (aunque no todos los lugareños están tan emocionados).
El Carnaval en esta isla caribeña es un momento simbólico en el que se viola el orden social, incluso invirtiéndolo. Se da paso a la desmitificación, la perversión y un día de perdición para jóvenes y mayores.
En Jacmel, la capital del departamento del Sudeste y donde se encuentra la oficina del equipo de Alianza por la Solidaridad, se respira el carnaval todo el año. Desde el mes de julio, pinceles de artistas, manos de escultores de papel maché, instrumentos de músicos… comienzan a excitarse para la celebración en febrero que marca una de las fechas más importantes del calendario haitiano.
Conocido por su desfile, que muestra las habilidades de los artesanos y artistas locales en la fabricación de máscaras de papel maché, el carnaval de Jacmel se basa en una tradición de siglos que rinde homenaje a la historia de la isla, perpetuando el valor de la memoria. De hecho, en 1994, el Ministerio de Cultura y Comunicación proclamó el Carnaval de Jacmel como «Carnaval Nacional».
El domingo pasado Jacmel fue sede de la 25ª edición del Carnaval con el tema «Jakmèl, an n’ale!» (¡Vamos Jacmel!), un estímulo en el camino hacia el desarrollo socioeconómico. Grupos enmascarados de decenas de personas marcharon sobre la avenida Barranquilla ante los ojos de millón y medio de asistentes provenientes de diferentes partes del país y del mundo. Figuras políticas, folklore local, historia y mitología se mezclaban con animales de la selva, el mar y el cielo en una explosión de color. Entidades sobrenaturales como zombis, dioses vudú, diablos o ángeles tomaban forma, enriqueciendo este museo de arte móvil que se movía al ritmo de la música tradicional originada por instrumentos populares o creados al instante, animando la marcha e invitando a los visitantes a bailar al unísono. La fiesta continuó durante toda la noche con el sonido de los altavoces y las canciones de raperos en grandes carruajes bien colocados, sobrecargados de pasajeros. La gente, lejos de sentir fatiga, reivindicaba la libertad de dejarse llevar por el espíritu festivo.
La jornada también ha dado lugar a la difusión de mensajes sociales defendiendo la atención a los derechos de la mujer: 150 niñas y mujeres jóvenes marcharon para exigir la igualdad y el respeto que les es debido.
El nuevo presidente de Haití, Jovenel Moise, apareció en camisa de color rosa y con la actitud de un visitante cualquiera con máscara, porque el espíritu del carnaval no tiene límites en su acción de contagio.
Esta es otra cara de Haití, una que expresa la fuerza, la alegría, el orgullo y la memoria histórica de la población de Haití, que luchó por la libertad de la primera república negra en el mundo.
¡Vamos Jacmel! ¡Vamos Haití!
Martina Palazzo y Julija Valentaite
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!