Los colores del Ajayu (alma)

Por Zaira Bergamini

Podría parecer obvio hablar de colores en esta tierra, pero para mí no lo es. No tod@s tenemos los mismos ojos ni percibimos los mismos colores.  

Esta es mi tercera vez en Bolivia, la segunda en el plazo de un año, y en comparación con hace unos meses, estoy viendo las cosas de manera diferente. 

Bolivia contra la violencia machista  

Este proyecto de voluntariado me permite ver de cerca y personalmente (tocar con las manos) los efectos y la problemática del machismo. Es decir, de la violencia en el sentido más amplio contra las mujeres, tanto a nivel familiar como político. Es interesante y estimulante poder participar activamente en los talleres y encuentros que tenemos con la población y las otras organizaciones socias. Ver en los ojos de estas mujeres el deseo de redención, sentir su energía y casi sentirme pequeña yo ante su fuerza. Llegan orgullosas, vestidas con sus trajes tradicionales, listas para tomar asiento y empezar la actividad; esto no antes de un apretón de manos y un beso en la mejilla izquierda. No importa si soy el miembro más nuevo del equipo y ninguna de ellas me ha visto antes, en este taller todas estamos bajo el mismo techo, y todas juntas para la misma lucha.

En pocas palabras, somos hermanas. 

El abrazo de La Paz  

Y luego, la ciudad. La Paz se te mete dentro, te envuelve en su tráfico, te conviertes en parte de este caos del que ni siquiera te das cuenta. Es una ciudad para explorar, experimentar, saborear y escuchar. No es sólo el sonido de los cláxones, sino las palabras de la gente que la habita: quedarse un tiempito más en el mercado para charlar con las caseritas sobre las frutas y verduras de temporada, escuchar la historia de vida de la mujer del negocio de artesanía que te está vendiendo un centro de mesa con un aguayo andino de mil colores, bailar con un grupo de jóvenes estudiantes universitari@s en la noche de la verbena (día en el que se celebra el aniversario de La Paz), curios@s por saber qué hace una italiana allí, y escuchar los testimonios de quien sobrevivió a la violencia y sufrimiento, pero que sigue luchando con lágrimas de rabia y fuerza, y comparte su historia para que esta lucha no se pare. Pero sigues, ¡tod@s junt@s!

Coloridas por dentro y por fuera, colores que no se apagan, ¡sino que siguen vivos! 

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